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Actualizado: 14 dic 2019


Cuando somos niños soñamos con ser grandes profesionales, soñamos con tener nuestro hogar y estabilidad económica, pero a veces la vida es cruel y tienes que buscarte la manera de poder sacar a delante a tu familia. Nadie sabe el verdadero sentimiento de ser madre más que solamente ellas.

A través de una humilde mujer encuentras una persona que lucha para poder pagar la colegiatura de sus hijos, es la lucha del día a día para poder llevar un pan a la mesa, pagar el agua, luz y gas. Esta es la vida de la señora Amelia Vilchoque, de 50 años quien labora en la esquina de la Universidad Cesar Vallejo de lunes a sábados vendiendo hamburguesas y chicha morada.

Ella sueña con tener su propio negocio de comida, pero ser ambulante es la principal fuente de ingresos para su hogar, gracias a eso ella puede cubrir los gastos en casa y tuvo que seguir con ese empleo para poder mantener a su hijo, después que su esposo la abandonó.

Ella se empezó a trabajar con la idea de algo pasajero, ahora Amelia tiene más de 32 años en esto, tiene 32 años con la misma rutina alocada desde que amanece hasta que anochece, pues se levanta a las 4:30 am al mercado y a las 6 de la mañana está preparando todos los ingredientes que usa para la venta de hamburguesas, lavar su herramienta de empleo, preparar la comida para casa; además de ser ambulante también tiene que cumplir con sus obligaciones de casa y a las 10 de la mañana caminar a su puesto de trabajo jalando el carrito sanguchero.

Sin importar el frío y cansancio por estar parada más de 11 horas todos los días, regresa a casa a las 11 de la noche solamente a dormir, ella nos demuestra que por su familia seria capaz de todo.

La señora nos comenta que no tiene un sueldo fijo, ya que hay veces que los estudiantes por el frio no salen a comprar a las calles, también nos comentó que lo más difícil de esto es no poder estar en las presentaciones de colegio de su hijo, no compartir tiempo con él, pero que agradece bastante que es un joven muy consciente sobre el empleo que tiene y no es un chico acomplejado.

Amelia nos cuenta también que es lo que le tocó vivir. Ser vendedora ambulante y ama de casa es el resultado del rechazo a la idea de tener una carrera, pero que a pesar de todas las dificultades es un trabajo que le gusta, le ha agarrado cariño a sus propios clientes que van constantemente, está agradecida con los más fieles.

Ser una madre luchadora es el mayor ejemplo de vida que le puede enseñar a su hijo, ella espera que todo esfuerzo tenga recompensa, y que su hijo tenga una profesión ya que es su mayor anhelo como madre y ver a su hijo con una mejor economía que la que él pudo percibir.

Esta es la historia de Amelia, madre y mujer que se esfuerza día a día para llevar un alimento a casa, es el claro ejemplo. La vida podrá ser cruel pero siempre hay que ver el lado positivo y no dejarse caer.

Autor: Fatima Alcantara


 
 
 

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